26 May Reseña: Hijo de monarcas

Cuando Hijo de Monarcas se proyectó en el Festival de Sundance en el 2021, se llevó el premio Alfred P. Slogan a la mejor película enfocada en ciencia o tecnología. El reconocimiento es llamativo porque si bien sí representa la esencia de esta historia, el filme es en realidad una ficción existencialista que ofrece varias lecturas ideológicas.

Ese contraste viene directamente de la mente del director y guionista franco-venezolano Alexis Gambis, quien es biólogo y cineasta, y cuyo trabajo siempre se ha enfocado en la relación entre el hombre y lo animal.

Aquí, pone al centro a Mendel (Tenoch Huerta), un científico mexicano que reside en Nueva York y que tiene que regresar a su natal Angangueo cuando su abuela fallece, enfrentándose ahí a varios fantasmas de su pasado.

Mendel es experto en las mariposas monarca y ha estado obsesionado con ellas desde pequeño. Estas, además, representan una metáfora sobre su propia vida, ya que cada año recorren tres países sin realmente pertenecer a uno u otro. Como inmigrante, Mendel constantemente se enfrenta a ese choque cultural, y su regreso a México dará pie a una reinvención no tan disimilar a la de una metamorfosis.

Si todas esas analogías suenan demasiado obvias es porque lo son, y la película no repara en señalarlas una y otra vez. El acercamiento de Gambis, sin embargo, es carente de todo cinismo, por lo que el viaje de Mendel y esa pugna entre ciencia e identidad invitan a la reflexión más allá de sentirse como un artificio narrativo.

Dicho esto, el reencuentro de Mendel con sus raíces es sin duda más interesante que cuando lo vemos en su día a día en Estados Unidos, aunque se entiende que era necesario presentar algo de eso para llevar los temas a tierra firme.

Notable también el uso de la música y fotografía de Cristóbal Maryán y Alejandro Mejía, respectivamente, aunado al trabajo de un estupendo elenco.

Año: 2020
País: México, Estados Unidos
Director: Alexis Gambis
Elenco: Tenoch Huerta, Noé Hernández y Paulina Gaitán

Esta reseña apareció inicialmente en la sección Primera Fila del periódico Reforma.