Reseña: Eternals

Mucho se ha dicho sobre cómo Eternals es la película más atípica del Universo Cinematográfico de Marvel, y es que si no fuera por algunas referencias esporádicas y las dos escenas post-créditos, la vigésima sexta película de esta franquicia bien podría sostenerse por sí sola.

Basada en los personajes del cómic creado por Jack Kirby, la película sigue a los Eternos, diez semidioses enviados a la Tierra por el Celestial Arishem para defender a la humanidad de los Deviantes, criaturas malévolas   que tienen su propia agenda.

Esta premisa apenas y empieza a rascar una epopeya que abarca más de 7,000 años, en donde seguimos a estos poderosos seres mientras se reencuentran uno por uno para salvar el planeta, intercalando además vueltas al pasado que van desde la antigua Mesopotamia, hasta Babilonia y Tenochtitlán.

Esta estructura no es tan novedosa como lo es ambiciosa, y requiere de mucha exposición que por momentos se puede sentir densa. Se trata, sin embargo, de un contexto nuevo y complejo que igual podrá resultar fascinante para algunos como chocante para otros, pero que va de la mano de la visión de la directora Chloé Zhao sobre poner énfasis en los personajes más allá del inmenso tejido que los rodea.

Aun así, la película no carece de emocionantes secuencias de acción donde los Eternos hacen gala de sus diferentes poderes contra unos villanos que parecen alebrijes llevados a la vida, y la inevitable batalla final del molde Marvel no es contra un villano megalómano, sino que está sostenida enteramente en el desarrollo de los protagonistas.

La historia, sin embargo, destaca más por las cosas que dice entre líneas y las diferentes lecturas que se les pueden dar. De cierta manera, estos seres representan un microcosmos de la humanidad y sus diferentes actitudes –y consecuencias- respecto a la religión (mesías, fanatismo, respeto, indiferencia, rechazo), además de simbolizar temas como la salud mental (manifestada en la figura de Thena), el designio individual, y los lazos familiares como un vínculo necesario.

Zhao y sus coguionistas exudan fe en la naturaleza humana y su capacidad de encontrar en el amor la razón de vivir, ya sea a través del romance milenario entre Ikaris (Richard Madden) y Sersi (Gemma Chan), la amistad fraterna entre Thena (Angelina Jolie) y Gilgamesh (Don Lee), el lado maternal de Ajak (Salma Hayek), la infatuación perenne de Sprite (Lia McHugh), o la renovada motivación de Phastos (Brian Tyree Henry).

Pero es el lado oscuro de Druig (Barry Keoghan) el que se traduce en quien para mí resulta el personaje más interesante, balanceado por Kingo (Kumail Nanjiani) y su asistente Karun (Harish Patel) como alivios cómicos detrás de una película visualmente espectacular y que además entiende muy bien la importancia de la representación.

Año: 2021
País: Estados Unidos
Director: Chloé Zhao
Elenco: Gemma Chan, Richard Madden, Salma Hayek, Angelina Jolie, Don Lee, Lia McHugh, Barry Keoghan, Kumail Nanjiani, Lauren Ridloff, Bryan Tyree Henry, Kit Harington
Guion: Chloé Zhao, Patrick Burleigh, Ryan Firpo, Kaz Firpo

Una versión editada de esta reseña apareció inicialmente en la sección Primera Fila del periódico Reforma, el 5 de noviembre de 2021.

Pepe Ruiloba
pepe@cinepantalla.com

Apasionado del cine, la televisión y el olor a tierra mojada de Guadalajara. Crítico de cine y programador de festivales. Más Forrest que Pulp, pero para todos hay. Y pa fregonas... Salma.

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